Li Young Lee

A esta hora, lo que está muerto, está inquieto;
lo que está vivio, se calcina.

Que alguien le diga que ya se duerma.

Que alguien le diga al señor que me deje en paz.
Ya tuve suficiente de su amor
que se siente como una quemazón y un vuelo y una huida

viernes, 21 de enero de 2011

En la plaza a la hora de mi comida

                                              En Plaza del Parque
Un murmullo de fuente se escuchaba en el interior de los registros de la plaza.  Las cloacas hacían leves gorgoritos como si dentro de su corazón empantanado habitara un animal. No fueron ni cinco minutos los que pasaron entre que comenzamos a escuchar el breve bullicio y la salida de un líquido entre verdoso y café.   El agua en el suelo caminó abarcando lo ancho y lo largo de todo el lugar. Yo la vi andar  lentamente hacia mí, me acechaba como perro buldog, la dejé invadirme a su antojo y seguí comiendo mi ensalada.  Ni siquiera me moví, me quedé sentada en mi ahora solitaria mesa mientras veía cómo mis pies se iban oscureciendo por el color que el agua les iba dejando.  De pronto sentí una mano en mi hombro izquierdo y en un español casi perfecto un joven de nacionalidad estadounidense me advirtió sobre  lo que yo ya sabía: se te están mojando los pies, dijo. Me mostré sorprendida para no hacer sentir mal al joven y para corresponder a su atención le di las gracias. Hice como que me levantaba pero permanecí así otro rato más. Los otros paseantes salían por las puertas principales, huían como si se tratara del fin del mundo, el apocalipsis de agua bajo sus pies. El servicio de limpieza y algunos policías  empezaron a llegar, traían cubetas, trapeadores, trapos; abrieron los registros y limpiaron la zona inundada. En menos de diez minutos dejaron más limpio que las barbas de Dios padre.  Yo terminé mi comida y salí como si nada por la entrada principal.     

1 comentario:

  1. ¿Y luego? ¿Nadie se preocupó por el ruido de las alcantarillas?

    El apocalípsis surgiendo de las cloacas... bueno, yo hubiera hecho lo mismo... no hay porque alarmarse... eso nunca va a suceder. No tenemos tanta suerte...

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