Gas
Al sexto día Dios creó al hombre de arcilla, lo formó a imagen y semejanza suya. Al terminar su nueva creación, la contempló un momento y notó que tenía el rostro deforme. Llamó a Prometeo quien trabajaba el barro de forma exquisita y éste concluyó la obra. Al séptimo día, cuando Dios padre descansó, llegó a puerta del cielo un aviso de Prometeo y una cajita de madera con el primer hombre todavía crudo y sin vida:
Su ilustrísima, el mortal quedó perfectamente terminado, pero en casa no tengo fuego para encender el horno. Le ruego que me disculpe.