Li Young Lee

A esta hora, lo que está muerto, está inquieto;
lo que está vivio, se calcina.

Que alguien le diga que ya se duerma.

Que alguien le diga al señor que me deje en paz.
Ya tuve suficiente de su amor
que se siente como una quemazón y un vuelo y una huida

miércoles, 2 de febrero de 2011

Diario


Hemos vivido engañados; hace poco realmente fue que descubrimos  que el café de maquinita nos levanta el ánimo (no funciona como el Remicital, que produce  una mejora en forma gradual y permanente, sino que eleva la serotonina de golpe, así, en un tris ya estamos del otro lado) y que incluso si lo tomamos a las nueve de la mañana en punto podemos escribir con mayor facilidad mientras cantamos melodías amorosas  de Natalia Lafourcade. Ayer  leímos que el café produce en las mujeres cierto nivel de excitación, historia que me imagino sólo algunos caballeros  conocen.  El café nos saca de la somnolencia, despabila y también libera cierta sensación de bienestar. Podría decirse que nos encontramos vivos y con ganas de hacer cosas luego de la primera taza. Mi madre lo ha tomado desde siempre, mis hermanos y mi padre también lo han tomado desde siempre, incluso yo, pero sólo hace poco hallamos que hace maravillas con nuestro semblante. No sabemos cuál sea la diferencia entre el café Nestlé del super Q  y el que mamá compra en la tienda, pero la hay.  Un sorbo y el mecanismo de la rutina se pone en marcha: escribimos pues antes que el coordinador de la escuela llegue en punto de once de la mañana. Llevamos poco menos de una cuartilla y nos sentimos a gusto pues hemos notado que la redacción sigue mejorando; no somos Amelie Nothomb pero esperamos lograr un trabajo decente  y antes de escribir el libro de cuentos sobre las obsesiones mentales que tenemos planeado, lograr un nivel aceptable para publicación. Somos pobres, necesitamos dinero con urgencia si es que queremos estudiar en España, necesitamos ganar algún concurso de cuento y sólo lo lograremos si escribimos diariamente cinco cuartillas de borrador.  Este blog, por supuesto, sirve para publicar algunos de los cuentos que ya se han escrito y se siguen escribiendo, pero ( y sobre todo) también para ensayar la redacción e inventar nuevas formas de escritura. Hemos descubierto que el tono acido nos sienta bien así que seguiremos escribiendo a manera de diario en lo que el estilo irónico mejora nuestro discurso. Ensayo:
Siempre, desde que recuerdo, me da miedo salir, no obstante lo sigo haciendo; no por mi, sino por mis padres. ..