Li Young Lee

A esta hora, lo que está muerto, está inquieto;
lo que está vivio, se calcina.

Que alguien le diga que ya se duerma.

Que alguien le diga al señor que me deje en paz.
Ya tuve suficiente de su amor
que se siente como una quemazón y un vuelo y una huida

domingo, 28 de noviembre de 2010

Oca

La oca
La oca escucha el ruido que su carnicero prorrumpe con el hacha. Es un cocinero que viene a sacarla del nido, su casa. Lanza un largo chillido, si tuviera piernas se hincaría para suplicarle a su amo. Ahora que tiende el cuello sobre la mesa, asustada, vomita un líquido amarillo con sabor amargo. El amo no se siente abrumado. Ella medita que para su nueva vida pedirá tener espinas o veneno entre las plumas, no para hacer daño a nadie, sino para defenderse.