Ayer la chica de las seis me contó sobre sus impetuosas relaciones amorosas. Parecía novela pornográfica, con detalles del hecho en cuestión y eso que no la conozco; si así fuera supongo que estaría obligada a narrarle también mis cuitas. Claro que yo no habría de ser tan explícita, al menos omitiría medidas. Como digo, fue explicita con la figura, los movimientos y los fluidos. Con eso último descubrí que no todos fluyen de la misma forma y que la consistencia depende del pensamiento. Ella por supuesto, se deja llevar y fluye y sus fluidos (eso lo supongo únicamente) deben ser tan cristalinos como la baba de un nopal. Y qué hago yo pensando en los líquidos sexuales de una chica a la que no conozco. Por eso uno no debería contar nunca nada o al menos dejar de lado los momentos porno porque después, quien escucha, se lleva el cuerpo y la esencia de uno.