Li Young Lee

A esta hora, lo que está muerto, está inquieto;
lo que está vivio, se calcina.

Que alguien le diga que ya se duerma.

Que alguien le diga al señor que me deje en paz.
Ya tuve suficiente de su amor
que se siente como una quemazón y un vuelo y una huida

lunes, 24 de enero de 2011

Por qué no me dijo que había dos seguros

Dos horas demoré en abrir la puerta de la escuela  donde laboro. Tenía dos seguros y yo por supuesto sólo contaba con la llave de uno de ellos así que me las ingenié para abrir el segundo. No sin antes dilucidar de forma ruda por qué la puerta no abría (entiéndase patadas, jaleos, zarandeos, etc.). Por supuesto que no estaba enterada del segundo seguro y tardé en descubrirlo. Fue un reto de ingeniería y sobre todo perseverancia… la puerta tiene dos trancas, una en el techo y otra en el suelo.  Desabroche las trancas, abrí el primer seguro y después con un movimiento pendular pude zafar el segundo seguro. Ahora que lo pienso, sólo con zafar las trancas del techo y del suelo, es posible que no hubiera habido necesidad de introducir la llave y abría podido abrir sin tantos problemas. Como no lo he hecho antes, dilaté la posibilidad, pero quién me iba a decir que era mucho más sencillo de lo que yo suponía. En este caso aplica el más vale maña que fuerza. El problema será ahora que tenga que cerrar nuevamente la puerta, el segundo seguro ha quedado por fuera, tendría que empatar las puertas  y sujetar las trancas al mismo tiempo, a menos que mi jefe se porte amable y ahora sí me entregue completo el juego de llaves.

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